Un hijo NINI no debemos tomárnoslo como un término despectivo sino como una actitud que hay que estudiar la causa que le ha llevado a vivir a un hijo sin querer estudiar, trabajar, recibir formación, sin salir, sin pensar en pensar en su futuro, sin motivación por nada, sin luchar por ningún ideal, en definitiva como si estuviera anestesiado…
Que la solución de los problemas con tu hijo no te impida seguir queriéndole siempre
Esa inacción produce en sus padres y familiares o con quienes convivan «impotencia y desesperación». Principalmente son chicas y chicos entre 17 y 30 años que no siempre vienen de familias desestructuradas o de infancias problemáticas y es por ello por lo que produce más confusión en los hogares.
En afectividad a veces las cosas no obedecen a una sola causa sino que pueden ser multi-causales y además «aparecen cuando aparecen» y no siempre se pueden prevenir pero lo que no se debe es «mirar para otro lado» cuando se manifiestan sino que hay que intentar acometer la situación lo antes posible porque «Un hijo NINI, necesita de unos padres SISI valientes en disciplina y cariño «, que le ayude a su hijo con paciencia a salir del agujero lo antes posible.
¿Qué es un padre SISI? el que le dice Si a todo lo que su hijo NINI dice que no:
Por ejemplo: si puedes tener un futuro, si tienes ideales descúbrelos, si puedes hacer y conseguir mucho mas de lo que tu te crees pero eso solo depende de ti…
Hola a todo el mundo, somos un matrimonio, que estamos casados desde hace 25 años, con un hijo de 23 años y una hija de 22 años.Queremos contar nuestra experiencia de vida con nuestro hijo el mayor, y de cómo a partir de los 18 años, tras aprobar la selectividad y no conseguir plaza en la carrera que quería hacer, su vida como estudiante sufrió (y sufrimos) un paréntesis de casi 6 años, pasó de ser un chaval standar a convertirse en lo que normalmente conocemos como un NINI.
Cuando no consiguió nota para poder entrar en la universidad que el quería, y estuvo durante un tiempo animado con:
un cúmulo de buenos propósitos para ese año, pero salvo sacarse el carnet de conducir, de todo lo demás nada de nada. Nuestro hijo sufrió un bloqueo emocional y afectivo en el que no se dejaba ayudar, ni por nosotros, ni por psicólogos, ni por amigos… Empezó a quedarse en casa y apenas salir.
Su carácter empezó a cambiar y tuvimos momentos bastante tensos todos en casa. Al estar trabajando mi marido y pasar gran parte del día fuera, yo era la que sufría los enfrentamientos con el de manera casi habitual. Verlo levantarse a la una de la tarde y no hacer nada día tras día era insufrible para mí. Al año siguiente se matriculó en la universidad, pero abandonó la idea a los tres meses… El motivo que dio era que no le hacía falta ese tipo de educación, que quería buscarse la vida haciendo música y por supuesto ser autodidacta, «¿estudios… para qué y por qué más?. Por supuesto, las cosas se mantuvieron igual, siguió sin apenas salir de casa, quedando alguna vez con amigos y haciendo música, pero sin hacer nada más. En todo este tiempo, dejamos de darle dinero y/o paga, para ver si así se motivaba y se buscaba algún trabajo. En los siguientes años, hizo algún curso, pero ninguno logró acabarlo. Se acostumbró a vivir sin dinero, en su cuarto, en su burbuja de confort, con su ordenador, su música, sus libros. Tenía sus necesidades básicas cubiertas, y pasaban los días sin necesitar nada ni a nadie más.
Huelga decir que en todos estos años, el desgaste anímico, en la salud de mi marido y mío era más que evidente. La tristeza de nuestra hija de no poder contar con su hermano era también una constante en nuestro hogar. No podíamos entender ni comprender ese tipo apatía y desinterés por parte de nuestro hijo para labrarse un futuro. Estaba perdiendo los mejores años de su vida…y él sin verlo. Recuerdo una vez que le dije: «no pienses que vas a tener 20 años toda tu vida, porque mis 20 años fueron antes de ayer, y pasan tan rápido que ni te enteras». El día a día en casa era horrible, teníamos un ente en casa, en vez de un hijo. A la hora de comer todos juntos no hablaba, comía, se levantaba y se volvía a su cuarto de nuevo. Y así en todas las ocasiones, no había apenas comunicación y no sabíamos como actuar ya con él. «Teníamos todos una tristeza en el alma, y un dolor indescriptible». Las Navidades pasadas, una hermana de mi marido nos habló de Sara Pérez-Tomé, porque la había escuchado en una conferencia y entonces nos pasó su contacto. Tras una primera sesión familiar, (mi marido, mi hijo y yo) con ella, llegamos a una primera conclusión: «que la pelota estaba en nuestro tejado, porque solo nosotros como padres podríamos y debíamos hacer salir a nuestro hijo de su burbuja de confort».
Con su ayuda especializada comenzamos a seguir un plan de acción con nuestro hijo. En resumidas cuentas lo primero que hicimos fue darle un plazo para que se buscara una habitación en un piso compartido y que nosotros le ayudaríamos durante unos meses mientras el se buscaba trabajo. Lo aceptó «sorprendentemente», sin reticencias y consciente totalmente de su situación. Como le dijimos: ES POR TU BIEN. De esto hace 8 meses. Ahora está trabajando en dos sitios a tiempo parcial. Sabemos que este proceso va a ser largo para todos. Cuando consiguió los trabajos nos dijo: «Este es el primer peldaño de una larga escalera».
Estamos muy contentos porque él se está dando cuenta de lo que es la VIDA REAL: hay que pagarse la comida, la habitación. Nos imaginamos que el también es consciente de la pérdida de la vida familiar que ahora no tiene pero que comparada con la anterior estamos ya en otro plano de convivencia porque cuando viene de vez en cuando a comer, a cenar, o cuando desde el primer día empezó a venir “de visita” a casa, su actitud era ya totalmente diferente, hablaba con nosotros con total normalidad y contando su día a día. Cuando le abrimos la puerta de nuestro hogar para iniciar una nueva vida, nuestros amigos y familiares nos dijeron que si no teníamos miedo a que se diera “a la mala vida”. Y les respondimos que si con 23 años, tomas ese camino, es que no le habíamos enseñado nada de nada aprovechable para su vida.
Sabemos que es muy difícil resumir esta experiencia en un breve texto, pero lo mas importante es que no debéis tener miedo en tomar decisiones así. Nuestros hijos saben perfectamente lo que somos capaces de hacer por ellos. Saben que vamos a ayudar, a apoyar, que estaremos ahí siempre. Pero lo importante es hacerles saber, que los queremos. Pero eso no quita actuar con firmeza, porque en nuestro caso estos 6 años, se podían haber convertido en 20 más. Mientras que estos 8 meses ha sido un tiempo duro pero el mejor aprovechado por toda la familia.
Lo importante es que todo va poco a poco a mejor. Y lo mejor esta por llegar.
Familia del Gabinete Sophya |
Si estáis acompañados o ayudados de manera profesional, el miedo podéis convertirlo en un reto a superar para al fin alcanzar un objetivo: salvar a vuestro hijo NINI gracias a vuestro calor y valor como padres.