Hay una fuerza interior que nos obliga a estar juzgando las intenciones de los demás
Es una fuerza ciega que nos lleva a sin tener datos suficientes ejecutar una sentencia firme y casi de manera inmediata hacia las personas que se relacionan directa o indirectamente con nosotros. Es un mal juez el que todos llevamos dentro.
Es el peor enemigo de nosotros mismos que se lleva por delante nuestra paz interior y nuestra paz en relación con los demás.
No nos damos cuenta pero este «nuestro juez interior» es arte y parte de nuestros juicios internos, y esta condición no hace mas que perjudicarnos en nuestras relaciones sociales y familiares.
Es como si dejáramos a sabiendas a alguien que no es objetivo y tiene intereses particulares, que te vaya diciendo como debes juzgar y comportarte con los demás, sin hacerte sentir el llegar a tener temor al daño que puedas hacer con los juicios de valor que te construye en tu interior.
Con esta forma interior de dejarnos llevar, no hacemos más que condicionar nuestra felicidad y la de los demás.
- Rompe moldes en tu interior y deja de ser la víctima principal del mal juez que todos llevamos dentro.
- Dile NO a tu juez interior, para poder reflexionar con mas libertad y objetividad de lo que habitualmente lo hacemos.
Los permanentes juicios de valor nos hacen ser personas demasiado justicieras, vengativas e implacables ante los errores o las diferencias con los demás. Y para contrarrestar estas emociones negativas el propio juez nos vuelve débiles y permisivos con nosotros mismos y nuestros propios errores.
Ningún juez condena a nadie hasta que se ha dictado sentencia. Y sin embargo nuestro juez interior, condena sin pruebas y no contempla nunca la presunción de inocencia. Hasta que alguien puede demostrarle que se ha equivocado en sus juicios de valor. Así que nuestro mal juez interior actúa al revés de cómo actuaría un buen juez.
Si nos preocupamos más de comprender y acompañar a los demás en sus situaciones personales, familiares o laborales podremos liberarnos de los excesos del mal juez que todos llevamos dentro.
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