Elegir entre ganar dinero o desarrollar los conocimientos al servicio de todos, es una opción incomprendida, en muchos casos hasta por la propia familia
Llega el verano y con ello el final de curso no solo para los colegios sino también para las distintas Universidades. Con ello llega también el final de la carrera para todos aquellos estudiantes que estaban en su último curso de Universidad. Ahora es la hora de una frustrante verdad, «padres felices con hijos licenciados infelices»
Este fenómeno demógrafico-social-intelectual puede tener diversos causas, pero probablemente una de las causas mas profundas e inquietantes es el hecho de:
No tomarse en la vida mas tiempo para reflexionar y pensar sobre nosotros y nuestra felicidad, esta actividad personal lleva en nuestra sociedad decenas de años en bastante desuso
Su falta de uso, no es porque que no haya garantías de éxito una vez ejercido el sabio derecho a pensar y reflexionar, sino por concederle a esta actividad la importancia que requiere o darle mas importancia que a otras actividades, y entonces el faltarnos tiempo de pensamiento y reflexión durante ya varias generaciones, nos ha traído como consecuencia una importante sequía de grandes pensadores, filósofos, intelectuales, investigadores y científicos.
Durante años en las familias, se ha promocionado en los hijos, aquellos estudios encaminados a las diversas ingenierías, notarias u otro funcionariado
Las familias pensaban que todos estos estudios iban a garantizar unos ingresos de por vida mas o menos sustanciosos para sus hijos.
Dentro de este ambiente tan poco altruista y tan metalizado sobre el futuro de nuestros hijos, sucedía que cuando un hijo tenia la osadía de aspirar a ser por ejemplo: actor, escritor, biólogo, sacerdote, historiador, químico, profesor en el mejor de los casos y con actitud de resignación se le admitía al hijo el poder ser «el hijo raro y/o bohemio» por falta de mas aspiraciones en la vida.
Durante el siglo pasados y sus consiguientes generaciones, la sociedad intelectual y política tuvo que inventarse o crear premios al pensamiento y a la investigación como el Premio Nobel o el Premio Príncipe de Asturias, por citar algunos de los mas conocidos, que tienen como fin promocionar principalmente la investigación, el arte, el libre pensamiento, la reflexión y con ello poder poner cara, ojos, nombre y apellidos a todos aquellos hombres y mujeres que se han dedicado en el anonimato a lo que no parece muy interesante para el estado, las empresas y la sociedad en general.
Todos los premiados hubieran quedado enterrados en el mas oscuro de los anonimatos para el resto de la humanidad, solo por ser personas que decidieron ir contra la corriente social establecida y usar sus pensamientos y reflexiones al servicio de la humanidad y no de sus bolsillos.
«Elegir entre ganar dinero para si mismo o progresar y desarrollar los conocimientos al servicio de todos, es una opción tan desinteresada como incomprendida en muchos casos hasta por la propia familia»
Y así hemos llegado a la gran crisis de principios del siglo XXI, con mas de un millón de licenciados universitarios en paro solo en España. Licenciados que se han formado pensado que el Estado y la Comunidad Económica Europea, las multinacionales u otros organismos internacionales, iban a ser los emprendedores por ellos y que ellos solo tenían que poner su título al servicio del «poder ganar dinero sin mas aportaciones creativas» por su parte, porque con ese fin habían creído elegir la carrera que habían elegido.
Una gran mayoría de los casos, los jóvenes licenciados, gracias a la colaboración económica por parte de sus padres, han crecido con la mentalidad de que al acabar su carrera:
El licenciado ponía el título y a esperar a ganar dinero cuanto antes, más y mejor
Y ahora que no parece que hay mucho dinero para crear empleo juvenil, los jóvenes ya no saben para que pueden valer y que pueden inventar o crear, porque nadie les ha enseñado a pensar y reflexionar sobre lo que son capaces de hacer por si mismos, sin que solo estén consiguiendo que les compren sus títulos o graduaciones al peso.
Creo que hay que romper esta tendencia desde dentro de las familias para evitar o frenar la existencia de padres felices con hijos licenciados infelices, o lo que es lo mismo, evitar en lo posible la «titulitis no rentable» y sin embargo favorecer al máximo el espíritu formativo y libre en cada persona, según sus capacidades y a pesar de que estas capacidades no parece que vayan a ser muy rentables aparentemente.
Os invito a haceros una reflexión de tres minutos para centrar nuestros verdaderos intereses personales y los de nuestros hijos.
¿Que harías de tu vida si el dinero no importara?
Este post se lo dedico a todos aquellos que por vocación y no por dinero están en el paro o dedican su vida al servicio de los demás a través del pensamiento reflexivo y solidario con el resto de la humanidad