Tu casa tiene que se un oasis para descansar en armonía y paz. Cuando el final del invierno, pesa sobre nuestro ánimo, es como si nos pareciera que la solución a nuestros problemas, llegará cuando cojamos vacaciones y nos podamos ir de casa para descansar.
Es comprensible que a todos nos venga bien «cambiar de aires unos días y poder salir de entre nuestras cuatro paredes», ya que no salir en algún momento, puede ir en nuestra contra, cuando llevamos demasiado tiempo dentro de ellas y las circunstancias que nos rodean no son todo lo bonitas que a veces nos gustaría.
Cuando esas circunstancias empiezan a no ser nuestras aliadas de cada día, nos agota la vida y de verdad necesitamos descansar para volver a poder decir con tranquilidad y sin agobios:
«Yo soy yo y mis circunstancias» como decía Ortega y Gasset
Pero seamos realistas, no todos podemos «coger la puerta» y marcharnos cuando «las circunstancias nos superan» y aunque siempre podamos coger la puerta e irnos dejando el letrero de «cerrado por vacaciones» también mas tarde o mas temprano tendremos que volver en algún momento habiéndonos reconciliado no solo con uno mismo sino también con los que te rodean y desde luego con «tus cuatro paredes y los cachivaches que tienes dentro».
Tu casa debe ser tu oasis para descansar y vivir en armonía.
Como no podemos ni debemos tener una casa incolora, inodora e insípida como el agua. Nuestra casa-hogar solo será nuestro oasis donde descansar, si además de ser cómoda tiene un algo especial que te acoge cuando llegas o estás en ella.
Si tu casa no es tu oasis para poder descansar en cualquier época del año, sino que cuando vuelves de vacaciones o entras en ella, o cuando estas enfermo y tienes que permanecer mas tiempo de lo habitual en ella, sientes como que tu propia casa-hogar «te despide», es por que tus «cuatro paredes» necesitan una «limpieza y reciclaje parcial y/o integral mental y racional»:
- Arregla todo lo que esté esperando a ser arreglado hace tiempo y todavía sea útil.
- Tira o da todo lo que esté parado o almacenado y sin usar esperando una utilidad que nunca llega.
- Quita esa foto que te da nostalgia o tristeza porque no eres la o el que eras o no te gustaría volver a ser.
- Cambia de sitio ese mueble o espejo que cada vez que pasas te recuerda a algo o a alguien que no te da paz.
- Renuncia a telas y colores que a ti o a los tuyos no os recuerdan cosas o personas alegres o positivas en vuestras vidas.
- Adorna tu casa con frutas, verduras y flores naturales de temporada.
- Haz murales que tengan historias familiares divertidas y vividas que te ayudan a estar tranquila.
- Las zonas comunes que sean de verdaderos espacios diáfanos donde quepan muchas personas mejor que muchas cosas.
- Las zonas privadas que inviten a la intimidad, a la espiritualidad y a la reflexión y no al ostracismo y al individualismo.
Imitar el ambiente de los balnearios y centros de relax en vuestra propia casa de manera habitual, usar velas aromáticas, esencias, perfumar la ropa blanca de la casa y programar música ambiental diferente segun las distintas epocas del año.
Si cuidamos un poco nuestros cinco sentidos en nuestro hogar, a lo mejor no tenemos que salir a buscar fuera lo que podemos conseguir dentro de nuestro hogar cultivando y cuidando nuestro ambiente familiar en armonía.
Una casa llena de ruidos y no de sonidos, luces frías y no cálidas, olores y colores tóxicos y no de aromas, no permiten que haya «calor de hogar» entre personas que quieren tener «vida interior y buena comunicación»
«Tus cuatro paredes», un oasis para descansar y vivir en armonía